
Para recordar que alguien puede encontrar libertad creativa dentro de un ritmo de trabajo bastante estricto, nada mejor que el ejemplo del gran Johann Sebastian Bach. Aceptó el ritmo que la vida le ofrecía (es decir, soltó sus resistencias, ¡que las tenía!), y de esta forma, se convirtió en su dueño. A partir de allí, empezó a llenar este “cuadro rítmico” de tantas cantatas al año etc. y con su música, una música maravillosa, eterna.
Todos tenemos ritmo, y todos tenemos música! Todos podemos ser artistas, es decir: crear nuestra propia vida. Si quieres compartir y consolidar tu decisión de vivir tu vida con ritmo y arte, la música puede ser una buena amiga y entrenadora, pues juega con la velocidad…ahora rápido, ahora lento, ahora a paso tranquilo…y no juzga. En la música, cada ritmo tiene su sentido, su melodía, y su expresión propia. Y en la vida, tú mismo/a tienes “tu sentido”, es decir el don de la escucha, para hallar tu ritmo y tu melodía propios. El mejor indicador para acercarte a ellos es comprobar si contribuyen a una mayor armonía del conjunto, es decir de esta gran orquesta que formamos entre todos.
Sigrid