28 de agosto de 2009

Nuestras palabras pueden ser ventanas…
o muros


Los muros nos protegen. Pero también son duros, como a veces nuestras palabras y nuestras acciones. Una cosa está clara: si actuamos de forma agresiva o si estamos a la defensiva es porque hay una necesidad dentro de nosotros que no está cubierta y pide a gritos ser reconocida.

A partir de esta constatación, Marshall B. Rosenberg ha explorado cómo el empleo de un lenguaje no violento puede contribuir a crear relaciones interhumanas más satisfactorias y enriquecedoras. En su modelo, propone cuatro pasos prácticos para desarrollar una actitud empática con nosotros mismos y con los demás:

1. La pura observación
Observamos una situación, un acontecimiento sin mezclarlo con juicios o evaluaciones:
Veo que los calcetines sucios de mi hijo están debajo de la mesa del comedor y al lado de la tele.

2. Las emociones
Definimos las emociones verdaderas que sentimos ante esta situación. Estoy enfadada. (Siento que no me respetes no vale, pues se trata de nombrar lo que sentimos nosotros, no lo que hace el otro).

3. Nuestras necesidades
Dejamos de preguntar “¿quien tiene la culpa? y ¿quién tiene razón? para preguntar:¿ahora mismo, qué es que necesito? ¿qué necesitamos todos? Necesito orden en los espacios que utilizamos entre todos.

4. La petición concreta
Con ella, pedimos de forma positiva, concreta y libre una acción apta a cubrir o respetar las necesidades de todas las personas involucradas. Una auténtica petición deja al otro libre en cuanto a su decisión. Esto es lo que distingue una petición de una exigencia. Felix, cuando veo tus calcetines debajo de la mesa del comedor y al lado de la tele, me enfado porque necesito más orden en los espacios que utilizamos entre todos. Por favor,¿podrías recoger estos calcetines y ponerlos en la lavadora?

Aunque estemos generalmente más acostumbrados a construir muros, vale la pena cambiar de actitud y responsabilizarnos de nuestra forma de relacionarnos con los demás. Así, nuestras palabras pueden trasformarse en ventanas, abiertas y transparentes, que llenan nuestra vida con una nueva luz: con el calor de la empatía que sentimos hacía los demás y hacia nosotros mismos cuando comunicamos. De verdad.

Para mayor información:
http://comunicacnv.blogspot.com/
Barcelona, 28 agosto 2009