25 de diciembre de 2008

Ad-venir, el comienzo de una nueva vida...

He podido comprobar que para las personas que han nacido bajo el sol del Mediterráneo, el Adviento suele tener el mismo poder de atracción que el pan alemán… se puede probar una vez, a lo máximo, como una cosa diferente y vagamente “exótica”, pero en fin, ¿porqué complicarse al vida, si hay pan blanco? ¿Y porqué ponerse nostálgico ante una vela, si la luz del sol nunca se va del todo?

Todo esto es cierto, y por ello, no es de sorprender que el pobre Adviento se encuentre habitualmente olvidado el fondo de un cajón titulado “Nadal”. Se encuentra tan apretadito en el fondo, que le es imposible salir cuando le corresponde, es decir ANTES de Navidad. Efectivamente, el cajón en cuestión está poblado por otras especies mucho más populares. Por un lado, tenemos el caganer y el caga tió, todos al parecer parientes del Señor Roca. Al menos aquí en Cataluña son muy venerados, quizás porque meten en evidencia una necesidad básica que compartimos todos. Por otro lado y probablemente para equilibrar la biosfera del cajón, nos encontramos con los Reyes Magos y toda su corte – el lado “glamour” de la fiesta. Si bien es cierto que dichos Reyes vienen “de fuera”, son perdonados, porque primero traen un montón de regalos y segundo vuelven enseguida a su país de origen.
Teniendo en cuenta este cuadro del “Nadal meridional”, si me preguntas lo que representa para mí el Adviento, está claro que mi respuesta será subjetiva. Te diría que es un tiempo tranquilo, profundo y gozoso que me trasporta a la infancia y a su inocencia y me recuerda el tiempo pasado en el vientre de mi mamá. Es justamente allí que esperaba durante los días y meses que hacia falta lo que debía “ad-venir”: el nacimiento, la primera respiración, la luz del día, el comienzo de una nueva vida.
*Si quieres seguir leyendo, puedes consultar el texto completo en Adviento persa.
Sigrid
> Artículo 'El advieno persa' [pdf]
> Sugerencia musical del mes de diciembre 2008